DE MI

Siempre me ha gustado tumbarme al sol. Cuando pasaba los veranos en casa de mis tíos, me encantaba tirarme en la hierba, esperar al siguiente avión que despegaba e imaginarme cómo serían todas las vidas que viajaban en él, hacia dónde iban y qué tipo de abrazo les estaría esperando. Cerraba los ojos, soñaba con volar en cada uno de ellos. En cambio, cuando pasaba los veranos en el sur, me encantaba tumbarme en la arena, mover mis pulseras para ver si ya estaba más morena y contarle a mi tía todo lo que haría cuando fuese mayor.

Y todo lo que haría, lo que hice y hago, ha sido viajar, querer, querer muchísimo; a mis gatos, a mis amigos, a mi abuela. 

A veces, vivo entre aeropuertos y tengo el corazón en diferentes ciudades del mundo. Otras, busco el sonido de las olas que rompen en mi playa.

Me encantan las cosas bonitas, hacerlas y descubrirlas. 

Dar las gracias, siempre; a un amigo, por cuidarme. A un cantante, por hacer canción. A un poeta, por hacerme temblar. A la chica de la tienda bonita, por su delicado trabajo y empeño. A la madre de mi amiga, por traerla al mundo. A la cocinera de ese restaurante, por hacer un pan tan rico. A ti, por pararte a leerme. Y así, mil motivos al día para dar las gracias. 

La fotografía y escribir son para mi una manera de vida, una forma de expresar y sacar lo que a veces soy incapaz de contar. 

Me emocionan los abrazos, el mar, los detalles más pequeños, las historias que hay detrás de cada sonrisa, los viajes largos y sin rumbo, las caricias que no pides, las canciones.

Y la luna, la luna me acompaña, donde quiera que esté, donde quiera que vaya. Acorta distancias y me lleva a todos los lugares. Santiago la vio nacer en concierto.

No sueñes tu vida, vive tu sueño.