domingo, 12 de febrero de 2012

Me gusta el olor a café, que esté caliente, tanto que quién vaya a saborearlo - que pocas veces seré yo – revuelva en círculos de cuchara, mezclando todos sus colores, disolviendo toda dulzura en la esencia más amarga.

Supongo que no será lo más fiable, ni justo, calificar a las personas según prefieran sentarse en esa butaca roja a llorar con un dramón de los que te hacen escuchar paquetes de kleenex abriéndose, o a los que optan por soltar un par de carcajadas bien pagadas en forma de comedia. Supongo que la finalidad es la misma, personas en busca de evasión, de olvidar una realidad para reencontrarse con ella en cualquier frase de guión.

Y en fin, qué más da.

No se trata de quién nadie lo entienda, creo que entrar en el mundo de alguien y llegar a entenderlo supone un interés, un sentarte constante, un millón de preguntas, un querer ver desde sus ojos lo que es, lo que fue y lo que desea ser. Olvídarte de un Tú, y entrar en su Yo. Y eso no siempre es fácil.

Tal vez con un poco de música todo suene mejor.

Y salir, y beber, y el rollo de siempre, hablar con la gente… me recuerda dónde estoy, me recuerda lo que me encanta tantas veces y lo mucho que me aburre otras más, y luego llego a la cama, y maldita sea la putada de estar sin ti.







PD: Apaga la luz, túmbate, cierra los ojos, escucha y siente.

http://www.youtube.com/watch?v=H9nPf7w7pDI


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