Sabía de lo que hablaba. Tal vez sea esa conexión entre el cuerpo y la mente, cicatrices plasmadas de lo que fue, es y será. Líneas trazadas, paralelas, cruzadas. Aquello que nunca dijeron mis palabras.
Fanática de la imaginación, de los sueños, de lo ajeno.
Se hizo de noche en una ciudad que no es mía. Me declaré estudiante de los pasos de un par de zapatos con olor a vainilla y nutella. Maldita dulzura la de esa ciudad.
Fanática de la imaginación, de los sueños, de lo ajeno.
Se hizo de noche en una ciudad que no es mía. Me declaré estudiante de los pasos de un par de zapatos con olor a vainilla y nutella. Maldita dulzura la de esa ciudad.
A mil km del suelo se oía el click de un reloj. 1,2,3 ... la realidad caminaba lenta desde el último asiento de avión. Me encontraba en el 16A, todavía quedaba el último trago de luz - quédate a ver como las nubes lloran- y en un instante hizo más viento que nunca, a toda velocidad la vida me ponía los pelos de punta -ahora mira como me deshielo- cerré fuerte los ojos (sí, al estilo Ferreiro).
Sin dejar crecer mucho su barba, la vida volvía a empezar.
Qué fácil parece todo desde lejos. Qué bonito arriesgar, cerrar la maleta y llegar antes de marcharse. Alguien decía que cuando te vas, cuando aterrizas en otro aeropuerto, cuando comienzas a escribir un capítulo en un nuevo escenario, en ese preciso instante dejas de ser quién eras para vestirte de alguien completamente diferente. Al rato, haciendo click en el inicio de mi Facebook, leía un par de palabras de quién se despedía dejando todo atrás, amigos, familia... por casi un año de mar. Esperen, paren la vida. No, el mundo no es un cambio de chaquetas, ni tampoco los recuerdos son tan fáciles de hacer y deshacer, ni las personas de cambiar según el suelo que pisen. Y si así fuera, disculpen, pero yo me bajo aquí. Me bajo en el lugar donde soy quién siempre fui, donde sólo existen los abrazos de estación que mueren de ganas por estrujarse otra vez, donde las personas no cambiamos, simplemente, evolucionamos, crecemos. Donde los amigos no se van, aumentan. Donde nuestros sueños se crean, se viven y se expanden a otros lugares. Donde la vida es el tren, no la estación. Y donde siempre, siempre, hay un sitio al que volver.
No hay comentarios :
Publicar un comentario