ETERNO VAGAR
Me siento frente a usted. Disculpe si me sale tutearle, hablar todo lo contrario a lo politicamente correcto, a sentarme con los pies descalzos y a mirarle intensamente, tan intensamente que quizás mi presencia llegue a incomodarle. No se preocupe, más me incomoda a mi la suya.
Vengo aquí a preguntarle, a pedirle consejo, a contarle y que me cuente, vengo en busca de un motivo más. Supongo que ya sabe que es una putada toda esta situación, sí, probablemente le hayan contado una, dos y hasta tres mil veces. Estoy completamente segura de que por mucho que crea, no puede llegar a entendernos, a ponerse en nuestra piel, no, esto es más jodido de lo que usted pueda llegar a imaginar. Estamos hasta los cojones.
Y ahora le hablaré de mi, aunque realmente mi vida importe menos que su café de las diez.
Siempre fantaseé con todos aquellos lugares donde hay un rincón para mis sueños, siempre, cada día de mi vida, me visualizo en cada uno de ellos, me abrazo fuerte a todas esas personas que se cruzarán en mi camino, que me sacarán una sonrisa, que me enseñaran, cada uno, a crecer cada día más, a ser lo que soy, lo que seré, una parte de aquello vivido, de todo lo que vendrá. Puedo llegar a verme entre esas calles, esas tierras en las que me buscaré entre canciones, en las olas que rompen, en tantos sitios donde pasarán mis recreos.
Iba camino a entregar unos impresos para mi próximo destino, el teléfono sonó, tenía una entrevista, a las 10 allí. Tuve que volver a casa. Y volví, volví para quedarme. Volví para despedirme de 22 años en la misma plaza, entre la misma gente, volví para echar de menos, para buscar una complicidad en el vacío de las calles. Volví para redescubrir. Volví para vivir una vida que muchos desearían llevar. Tras años de apuntes y lluvía, no podía pedir más. La idea de verme allí cada mañana no me gustaba, me apasionaba, me encantaba. Y aprendí, aprendí y aprendo tanto cada día, que no me bastaría un libro para contar todo lo que es.
No, no es fácil.
Quisiera también explicarle, que son millones y millones los motivos que tengo para no mirar atrás. Pero quisiera también que conociera, que supiera, que hay algo más. Hay un amor demasiado grande, hay una necesidad vital, una dependencia tan extrema que asusta. Hay una mirada, unas manos cansadas, un corazón marchitado, una sonrisa que desgarra. Todo mi aliento, mi piel, el aire que respiro, todo, lo es todo.
Me alejo, me alejo tanto que lloras, que duele. Y me pasaré la vida pidiendo perdón.
En fin, ya es la hora de su café, gracias.
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