Tú estarías entre un montón de chocolatinas, con tus albumes de pegatinas y
esperando por la comida rica de papá. Mientras, yo estaría entre la Pizqui y el
Brodi, con olor a salitre y azahar, esperando al último rayo de sol.
El verano que viene iremos a Berlín, pasaremos por Madrid, llegaremos a Málaga.
Acostumbradas a 29 de julio de distancia, de kilómetros, de un
mensaje, una llamada, de un algún día hoy será diferente. Y fue
diferente. A California le faltaron recuerdos plasmados, te quedaban demasiadas
ciudades, demasiados instantes para hacer eternos. Qué fácil fue hacerte feliz.
Qué raro todo. De repente no estás, sonríes, sonrío. Ya sabes que pasa si
tú lloras. Vuelves y parece que nunca te fuiste, y sigues aquí, y todo es
perfecto. Un viaje por el tiempo y las historias de siempre. Haría eterno este
momento. Se hace tarde, nunca me gustaron las despedidas. Dejarnos para
el final parece ser la mejor opción. Aprieta, aprieta tan fuerte que un no
te vayas, un quédate a mi lado callado parece arrancarme la piel.
Cuéntame un año más porqué una mina en el lado derecho de tu mejilla. Duerme a
mi lado que me agarro a tu pelo. Pasta con tomate para cenar. Fiambre me
seguirá sonando igual de mal. Escóndete al reír, enséñame tus pies. Llámame de
madrugada, en las noches más frías. Túmbate aquí, olor a incienso y que suene
una canción. Sube al coche, todo irá mejor.
El día que nació quién decidió ser parte de mi, quién decidí que fuera, es y
sea siempre, la familia que yo elegí.
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