viernes, 29 de julio de 2011


Claudia tiene los ojos marrones, las puntas de su pelo son las más fuertes que he tocado jamás. Sus dedos meñiques de las manos desvían su mirada hacia otro lado. Su pequeña nariz se viste con pecas al salir el sol. Tiene un puntito en el lado derecho de la parte superior de su mejilla, y cuéntame la historia una vez más.
A Claudia le gusta tomar té caliente de menta. Le gusta casi todo tipo de comidas, aunque si tuviera que quedarse con algo, entre otras, sería con las croquetas de su abuela, la boloñesa de su padre, y nunca con los filetes de Manolo. No le gusta la tortilla muy deshecha, ni tampoco el zumo de naranja por las mañanas. Prefiere la playa a la montaña, aunque cuánto más escondida mejor. Le gusta bajar la ventanilla del coche, subir el volumen de la música y ver las luces de ciudad. A Claudia le gusta buscarle sentido a las letras de canciones, y recordar con ellas a los demás. Le gusta estar tranquila, no tener que fingir sonrisas, ni aguantar a los niños cuando aprenden a hablar. Le gustan las manualidades, hacer rabiar a su sobrino y que Blacki juegue con las gotitas que caen del grifo.

Claudia hace ruiditos al dormir, te mira desde su lado de la cama esperando inquieta que te despiertes. Suele poner cara de seria al cocinar. Y muchas veces se pone tontita y te abraza. Le encantan las nuevas tecnologías, vivir el momento sin preocuparse cuando salga el sol. Llamarte aunque sea en silencio, pero siempre sentir que estás ahí. Claudia guarda los secretos de todos los demás. Se enfada contigo y te quiere a rabiar. Llora en silencio y ríe a carcajadas. Siente como la que más, y lo cuenta como la que menos. Claudia da su vida y más por su gente. Aguanta todo y más, y nunca dice nada.

Claudia es la niña más buena que he conocido jamás. Es quién jugaba a ser mayor, a vestir a sus muñecas y cuidar de Socio, Tarita y otros. Es quién vestía de diadema, chaqueta azul y pantalones de pana. Quién escribía con letra redonda, hasta que le dio por darles la vuelta a las m y n. Quién se aprendía todas las capitales de Europa, y quién hoy promete ir a recorrerlas. Quién escribía las matrículas de los coches sin ninguna explicación. Quién tenía tanto, tanto miedo. Claudia se merece uno y dos mundos. Se merece todo el amor que puede existir.

Claudi hoy cumple 22 años. Y mañana, y pasado, y dentro de 17 años, será, como siempre, mis ojos, mis manos, mi día a día, mi vida entera.


Te espera una edad grande, los dos patitos, (nuestros patitos!). Siendo lo que quieras ser, haciendo lo que tú quieras hacer, y ante todo, hacer de tu vida un sueño, en tu casa de Berlín.

Feliz Cumple.







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