sábado, 23 de noviembre de 2013

Un abrazo frío, una tarde sin grados en Dublín. Modo repeat en el Media Player. Que no te has ido, que sigues aquí. Me hablas de un atardecer en Bahía, en Brasil. También dices que no te gusta mirar para las cámaras, que te gusta que las cámaras miren para ti. Me tarareas tu canción sin dejar de mirarme. Una y otra vez.. una y otra vez..   el arte de viajar con la mente.

Creo que te necesito mucho más de lo que llego a echarte de menos.

Sabes? me siento pequeña, muy pequeña. A veces no sé ni lo que hago ni donde estoy. A veces siento que los valores dejaron de existir para mi, que quizás me volví egoísta y cruel. Que la vida, poco a poco, me arrebata cada segundo del aire que respiro. Como cuando se acaba la batería en mitad de tu canción favorita. También pienso que por amor cometemos las mayores locuras. Tú esperaste cada día a esa mujer con una rosa y una carta, tocaste aquel piano hasta quemar todas sus teclas... ella te quería, te quería como nunca llegó a querer a nadie. Recuerdo aquel día que sonó esa canción que bailasteis, recuerdo ese dolor de lo que nunca volvería, de lo que dejaste ir por miedo a. Y aún así, para ti, nada fuera de aquel cuerpo delgado tenía sentido. No existían hijos si no eran con ella, ni lunas de miel si no eran en su boca. Poca gente llegó a entenderte, poca gente decidió no juzgarte. Y al final, al final volvió, volvió para darte alas. Volvió para darte un beso, un abrazo. Volvió contándote que viajó a Nepal. Tú también querías a esa niña. Supongo que pensaste lo que pudo ser y no fue, supongo que jugaste a ser papá cuando tú no querías ni perros, ni altar.  Volvió, volvió para recordarte que seguía sonando aquella canción, que nunca había dejado de hacerlo.

No sé que voy a hacer sin ti. Sí, sé que quizás es algo tarde para planteármelo. No me imagino un 25 de diciembre sin dos huyendo de Navidad. Tampoco me imagino un domingo de resaca sin contarte que no soy ninguna santa, que a veces me pierde el corazón. Tampoco puedo negar que me muero de ganas porque me abraces fuerte, que me digas que todo irá bien, que estás a mi lado. Y no sé si fue mi imaginación o tus ganas, no sé si en algún lugar sientes esta soledad o este miedo, esta bajada de telón. Pero prometo hacerte caso. Y además, sigo creyendo en todos esos lugares donde hay un rincón para mis sueños. Sigo dando cuerda a la vida que quiero, que imagino, en la que creo. Poco a poco, tejiendo de nuevo unas alas. 

Espero que no te importe si me acurruco entre tus sábanas cuando llegue el frío, las ausencias, el calor del hogar y las luces de diciembre. Correré hacia tu casa, sonará el último vinilo que escuchaste y esconderé mi vida bajo tu almohada. 





No hay comentarios :

Publicar un comentario