
No le gustaban los lazos, pero sí el vuelo de su vestido. No soportaba la idea de compartir la ropa de su a veces hermano, otras primo. Pero le encantaba vestir de camisetas grandes, llevar el símbolo de la paz y su gorra de lado, Fuengirola parecía sonreírle desde lejos, arroparla cerca. Nunca creyó en príncipes azules ni princesas, ella era más una Pocahontas sin soldado, enamorada locamente de un Peter Pan que la alzase en su vuelo. Tenía miedo a caer, pero siempre apuntó alto. Le gustaba el olor a buñuelos recién hechos y las noches de puzzle y monopoly. Nada le paraba cuando algo quería. Le gustaban los cuentos de por la noche, y también los de carretera, y después de Garbancito, venía aquel gigante a tirar de la manta. Aprendía en cada viaje. Se dormía agarrada de tu mano, todo parecía estar mejor.
Y mañana me harás trenzas?Y entonces tú parabas el mundo con tus dedos entrelazándose en su pelo. Como cada mañana.
Quizás vayas a la velocidad de la luz, dejando rastro. Quizás te quedaste con
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